William Henry Hudson (Quilmes, 4 de agosto de 1841 – Worthing, 18 de agosto de 1922) ―conocido en Argentina como Guillermo Enrique Hudson― fue un naturalista y escritor nacido en la Argentina, que luego emigró a Inglaterra.
Guillermo Enrique fue el cuarto hijo y se hizo famoso describiendo los alrededores de su rancho natal, en su autobiografía Allá lejos y hace tiempo (escrita en Inglaterra en 1918).
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Guillermo E. Hudson.
En 1874 ―cuando tenía 32 años―, afectado por una grave dolencia cardíaca, Hudson se mudó a Londres (Inglaterra). Al año siguiente se casó con la británica Emily Wingrave. En 1889 cofundó la primera sociedad protectora de las aves: Royal Society for the Protection of Birds (RSPB). Pero por no ser un lord británico, no pudo acceder a la presidencia. En 1916, ya constituida la asociación Aves Argentinas, en ese entonces Sociedad Ornitológica del Plata, fue nombrado como el primer socio honorario, lo cual le permitió volver a trabajar por las aves de su país natal y estar vinculado hasta el día de su muerte. Sus libros fueron pilar en la formación de la biblioteca de dicha institución, que hoy es considerada la biblioteca de ornitología más importante de Sudamérica y que lleva su nombre. Falleció en Worthing ―un pueblo costero sobre el canal de la Mancha, a 80 km al sur de Londres― el 18 de agosto de 1922. Su tumba se encuentra en el cementerio Broadwater and Worthing Cemetery.

Legado[editar]
Al fallecer Guillermo Enrique Hudson, el Dr. Fernando Pozzo (médico y eminente ciudadano e intendente de Quilmes), se abocó a difundir su memoria. Primero dictó una conferencia en la Facultad de Medicina. Más tarde ubicó con su esposa el rancho natal y en 1941 creó una Asociación de Amigos de Hudson, quienes plantaron un histórico ombú y descubrieron un monolito en la esquina de la antigua estanzuela Los 25 Ombúes, festejando con éxito la donación del solar natal del escritor y primer naturalista argentino, en las antiguas tierras del Vizconde Davidson, ubicado en la zona rural del actual partido de Florencio Varela.

En el año 2000, la Ley 12.584 de la provincia de Buenos Aires declaró ese terreno Reserva Natural. Allí funciona un museo evocativo. Su primera directora ad honorem fue la profesora Violeta Shinya, sobrina nieta del escritor, quien en su larga trayectoria educativa y directiva difundió la obra de Hudson y promovió el lugar, obteniendo importantes logros y donaciones para ampliar las cuatro hectáreas iniciales y llegar al tamaño completo de la antigua estanzuela, preservando así la belleza del lugar. Fundó también dos bibliotecas y restauró el antiguo rancho natal.

Monumento a Guillermo Enrique Hudson en Florencio Varela.
Actualmente es una reserva natural que abarca 54 hectáreas. Por el predio pasan los arroyos Las Conchitas y Santo Domingo, y tiene una amplia variedad de ecosistemas con animales y plantas nativas, manteniendo el paisaje tal como lo viera Hudson en su tierna infancia.

En su honor se nombró con su apellido la localidad homónima del partido de Berazategui, a unos 11 km al noreste de la casa natal de Hudson.

La casa, hoy reconstruida, donde el 4 de agosto de 1841 nació el gran escritor Guillermo Enrique Hudson. Esta construcción pertenece actualmente a un Parque Ecológico en las afueras de la ciudad de Buenos Aires.

El arroyo fluye tranquilo. Los ombúes celebran el sol en sus ramas y el agua en sus raíces. Y la casa se eleva con orgullo y discreción. La casa de paredes blancas y oscuro techo a dos aguas. Es la casa donde el 4 de agosto de 1841 nació Guillermo Enrique Hudson, el escritor de la bella prosa. El escritor del amor encendido por la tierra y las aves. Hudson es el que escuchó las polifonías de una naturaleza viva. Su prosa brillante fue celebrada por Galsworthy, Churchill y Conrad.

Sus grandes obras (Un naturalista en el Río de la Plata; Días de ocio en la Patagonia; Allá a lo lejos y hace tiempo; La tierra purpúrea; El ombú; Aventuras entre pájaros; Un niño perdido) le entregan al lector un don: un caballo mágico con el que cabalgar por la llanura pampeana y las estepas de la Patagonia.

La fascinante cabalgata literaria de Hudson comenzó en la casa de la estancia Los veinticinco ombúes. Daniel Hudson y Carolina Kimble, los padres del escritor, habían arribado a la Argentina en 1836. Dejaron Boston para buscar una nueva vida en las lejanas tierras de América del sur. Adquirieron alrededor de 300 hectáreas de Tristán Nuño Valdez ( el cuñado de Juan Manuel de Rosas). El niño Hudson jugó y aspiró las primeras fragancias pampeanas de su casa campestre cerca del arroyo Conchitas. En Allá a lo lejos y hace tiempo, Hudson recreó su infancia en Los veinticinco ombúes y luego en Las acacias, cerca de Chascomús, donde su familia (compuesta además de sus padres por otro cinco hermanos) se trasladó en 1845, para volver a la casa de Los veinticinco Ombúes diez años después.

La directora más ilustre de la Casa Museo y del Parque Ecológico Hudson fue Violeta Shinya, sobrina nieta de Hudson, hija de Yoshio Shinya, el primer habitante japonés de la ciudad de Buenos Aires hacia el año 1900. Curiosamente, el Japón, en el lejano Oriente, se halla vivamente ligado a la preservación del autor de Aventuras entre pájaros. A mediados del siglo XIX el fuego de buques de guerra norteamericanos obligaron al Japón a romper su aislamiento y a comerciar con el resto del mundo. El emperador nipón Meiji incluyó el estudio del inglés en los programas de educación popular. El Japón épico y religioso descubrió entonces en Hudson a un deslumbrante narrador en lengua inglesa. La escritura en inglés de la literatura de Hudson se debió a que éste, a los 32 años, abandonó Argentina y se estableció en Londres. En Inglaterra, escribió con fluidez en el idioma de Shakespeare, dado que éste era su segunda lengua materna, la que recibió de sus padres. Detestó Londres, pero permaneció allí hasta su muerte en 1922. Los japoneses reconocieron en Hudson a un defensor de la naturaleza; una actitud afín a la espiritualidad panteísta del Shinto, la religión tradicional del Japón, donde se venera todos los sitios del mundo natural. Así se explica que el Parque Hudson cuente con el apoyo de la Fundación japonesa Suntory.

Hudson bregó por la protección de las riquezas naturales no sólo desde los hilos plateados de su prosa. Fue también un tenaz naturalista. Un ornitólogo. Un sagaz conocedor de los hábitos y cantos de cientos de aves. En Inglaterra, promovió la sanción de la primera ley de la conservación. Asimismo, fue uno de los fundadores de la Asociación ornitológica del Plata en 1916.

Hoy el Parque ecológico Hudson es una reserva natural de 54 hectáreas. Aquí palpita un monte de talas, y variedades de especies como los ligustros, acacias y paraísos. En un sotobosque viven arbustos de pavonia. En el suelo se esparcen frutillas silvestres, dichondra (oreja de ratón), violetas, tréboles. De los originales 25 ombúes sólo quedan tres. En estos gigantescos árboles un ojo atento podrá hallar horneros, benteveos y calandrias; zorzales y pájaros carpinteros. Por los campos circundantes se dispersan mixtos, teros, lechuzas, perdices.

El Parque dispone de una biblioteca especializada en Hudson, y en la temática ambiental. Aquí puede hallarse una conferencia que el gran médico y humanista argentino René Favaloro dictó en homenaje al escritor de Un naturalista en el Río de la Plata. También funciona una biblioteca popular que difunde cultura en una área semirural.

El gran ensayista Ezequiel Martínez Estrada le dedicó al naturalista y artista de Días de ocio en la Patagonia el espléndido y profundo ensayo El Mundo maravilloso de G.E.Hudson.

La valoración científica y artística que bulle en la literatura de Hudson puede obrar hoy como estímulo a una seria educación ambiental, e incluso a una percepción asombrada y poética de los animales. Que laten dentro de los ecosistemas. Y de la tierra enamorada del cielo.

La casa de Hudson en Los vienticinco ombúes, hoy reconstruida, es el corazón del Museo y Parque Ecológico Guillermo Enrique Hudson, ubicado a siete kilómetros de Florencio Varela, en el sur del gran Buenos Aires.

Fotos en texto, de arriba hacia abajo: Guillermo Enrique Hudson durante una de sus exploraciones de la naturaleza; imagen del arroyo Conchitas (foto Ricardo Acebal); una de las especies florales que viven en el Parque.

Fuentes para la redacción de esta artículo: folleto entregado a los visitantes del Parque Ecológico G. E. Hudson; artículo «Un paraíso en Parque Hudson», por Ricardo Acebal. Y una visita al parque junto al amigo y colega, y apasionado lector también de Hudson y de la temática ecológica, Ricardo Pobierzym.

http://temakel.net/aicmgehudoson.htm

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